Hemos hablado antes acerca de los problemas que acarrea el no contar con un Plan Estratégico: falta de dirección a largo plazo, menor competitividad, dificultad para adaptarse a cambios en el mercado, pérdida de clientes y talentos, entre otros efectos no deseados.
El problema con esto, es que una vez que la empresa decide cambiar el rumbo, puede ser muy tarde. Los costos que genera la falta de una dirección estratégica son tanto importantes como difíciles de dimensionar, puesto que no siempre los efectos en el negocio de la falta de una estrategia, son atribuidos a la dirección de la empresa... por razones obvias.
Antes que nada ¿por qué pasa esto?
Algunas razones por las que creemos que las empresas podrían no tener o demorarse en contar con un plan estratégico son:
Empresas que no tienen tradición de hacer planes y no dan cuenta oportuna que han alcanzado un nivel de complejidad que lo requiere.
Empresas en manos de inversionistas que buscan obtener resultados inmediatos y no dan espacio al pensamiento de largo plazo.
Llegada de ejecutivos talentosos con carreras sostenidas en fórmulas exitosas, que buscan hacer un "plug-and-play" en sus nuevas posiciones.
Líderes que no creen en la planificación estratégica, por prejuicios, historial o bien preferencias o perfil personal de liderazgo.
¿Cómo se ve la falta de un Plan Estratégico al principio?
Es importante que la ejecutiva y el ejecutivo perspicaz observe tempranamente las señales de la falta de un plan estratégico en su empresa, puesto que es la antesala a problemas de fondo. En mi experiencia, las señales más importantes son las siguientes:
Cada uno va por su cuenta.
A veces los equipos de trabajo son talentosos, competentes e incluso se llevan bien. ¿Pero les ha pasado que es necesario "arrearlos" cada cierto tiempo para que cada uno no vaya por su propio camino? No digo que la iniciativa no sea buena, pero lo ideal es que todos trabajen por desafíos compartidos. También se le conoce como "trabajo en silos".
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