El avance tecnológico ha abierto las puertas hacia nuevas realidades y oportunidades para las empresas y esto incluye a las relaciones laborales. De la mano de la nube, los dispositivos móviles inteligentes, los equipos portátiles, la intranet y por supuesto Internet, hoy existe mayor flexibilidad en cuanto a la forma y tiempos de ejecución de tareas y es posible trabajar a distancia sin que ello signifique no estar conectados.
Contrariamente a las concepciones tradicionales atadas al trabajo in situ, los beneficios de una modalidad laboral no presencial se exteriorizan en un aumento de la productividad, de la eficiencia, la reducción de los tiempos ociosos y en una mayor motivación para los empleados, entre otros aspectos, siempre que exista una adecuada planificación, objetivos claros y una muy buena comunicación en la compañía.
Y esta parece ser la tendencia. Según un reciente estudio de IDC, la población de trabajadores móviles aumentará en Europa a un ritmo sostenido anual del 3,5% en los próximos años y estiman que en 2021 equivaldrá el 63% de la fuerza total.
Por otra parte, el recambio generacional de la fuerza de trabajo- con los millenials como protagonistas- junto con entornos cada vez más digitales, donde la automatización y la inteligencia artificial van en ascenso permiten crear las condiciones para que sea verdaderamente posible comunicar las novedades y progreso sobre un proyecto, advertir sus problemas y encarar soluciones en tiempo real.
En este contexto, el concepto de “teletrabajo” va quedando atrás para dar paso al de “digital workplace”. Ya no se trata del trabajo a distancia, remoto, sino de crear un entorno de trabajo digital colaborativo, multidispositivos, hiperconectado e integrado más allá de la ubicación física de los empleados.
Espacios de trabajo digitales
Es importante entender que el concepto de digital workplace implica un cambio de mentalidad de la organización. Incluso la forma de trabajo actual, en entornos que operan bajo este concepto, ha cambiado respecto del momento en que esta noción fue creada porque la tecnología digital avanzó también.
Por ello, más allá de lo versátiles que puedan ser los espacios de trabajo digitales, estos deben adaptarse a las necesidades de la empresa; lo cual exige contar con una planificación adecuada para que el entorno funcione bien y sea percibido como un valor agregado tanto para la compañía como para todos sus miembros.
Justamente, debe de ser así ya que bajo la idea de digital workplace se apunta a la integración de los procesos de una firma en los que intervienen “usuarios” de las tecnologías digitales disponibles. Las mismas pueden contemplar desde una simple app en el Smartphone de un empleado -que le sirva para comunicar novedades y estar conectado- hasta todo un sistema diseñado conforme a la metodología OKR.
Se trata de nuevas formas de trabajo más dinámicas, en las que exista compromiso de parte del personal, con orientación al consumidor, a las tareas online, que atiendan las necesidades de la empresa y de los empleados.
Sin embargo, esto no es viable si no se cuenta con plataformas seguras en términos de resguardo y protección de la información procesada como así también de acceso y almacenamiento.
Diferencias con el teletrabajo
A esta altura es claro que el concepto de digital workplace va más allá del de teletrabajo, de la “oficina” a distancia y que ambos se valen de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs). Sin embargo, se los suele confundir.
De acuerdo con la OIT, teletrabajo es "una forma de trabajo en la cual: a) el mismo se realiza en una ubicación alejada de una oficina central o instalaciones de producción, separando así al trabajador del contacto personal con colegas de trabajo que estén en esa oficina y, b) la nueva tecnología hace posible esta separación facilitando la comunicación".
Si bien tanto el teletrabajo como un entorno de digital workplace tienen características en común, también existen diferencias entre ellos:
El énfasis en la componente tecnológica, la digitalización de los procesos y funciones: las TICs cobran más importancia en el caso de digital workplace por sobre el teletrabajo ya que, en el primer caso, es necesario un entorno digital, que exista colaboración, coordinación, integración a nivel de procesos, una importante inversión en tecnología más allá de casos aislados para los cuales se aplique la modalidad de teletrabajo. Se trata de una cultura organizacional diferente en la que la transformación digital es clave para todas las tareas de la empresa en su conjunto.
Las metodologías para el establecimiento y seguimiento de los objetivos: En el caso de digital workplace se suele apuntar a objetivos claros, a cumplir metas más allá de poner foco en cumplir una cantidad de horas y en su control, como sucede con los teletrabajadores. En los espacios de trabajo digitales se suele utilizar la metodología OKR. Se necesitan objetivos y resultados y que estos sean comunicados en tiempo real, trabajando en equipo aún a la distancia.
El estilo de liderazgo cambia: Relacionado con el punto anterior, mientras en el teletrabajo el liderazgo está orientado a hacer que el trabajador sea productivo, el Digital Workplace hace énfasis en liderazgos que faciliten el planteamiento de metas y objetivos desafiantes por parte del colaborador y que sea capaz de alcanzarlos.
La importancia en las habilidades digitales de los colaboradores y sus capacidades de autogestión y colaboración a través de plataformas digitales: la capacitación, experiencia, habilidades, flexibilidad y adaptación, entre otros aspectos, cobran relevancia en los espacios digitales de trabajo.
La importancia de la seguridad de la información: con la multiplicidad de dispositivos móviles involucrados y la práctica/tendencia BYOD (bring your own device), exige poner foco en la seguridad de la información indefectiblemente.
¿Por qué elegir digital workplace?
Mucho se habla de sus ventajas y de los resultados positivos que conlleva su adopción. En este sentido, expertos afirman que aumenta la interacción (con agendas, objetivos, proyectos y asignación clara de tareas, con herramientas que permiten que esto suceda) insta al compromiso de los empleados respecto de sus tareas, contribuye a mejorar la eficiencia, la recopilación de información y procesamiento de la misma y lleva, en definitiva, la experiencia digital a otro nivel.
La productividad, cuando se aplica adecuadamente, aumenta y esto lo llegan a apreciar con el tiempo los clientes, en los cuales se enfocan los esfuerzos de la compañía desde diversas áreas.
Otra ventaja deviene de la misma modalidad de este entorno, en el que no es necesario que un dependiente esté presente en su lugar de trabajo para desempeñar sus tareas eficientemente. Esto le ahorra tiempos de traslado y, para la empresa, se reducen los llamados tiempos muertos y la necesidad de proveerles un lugar físico.
El cumplimiento de objetivos, el trabajo por proyectos, por sobre el cumplimiento de un régimen horario resulta un incentivo para los empleados que buscan balancear su vida profesional y personal, además funciona como una herramienta para atraer talentos por la flexibilidad asociada al digital workplace.
La versatilidad de los dispositivos digitales contribuye, asimismo, a su fácil implementación y a un “acceso universal” como así también crea un clima de coordinación, colaboración y participación en toda la compañía.
Un atractivo no menor del digital workplace tiene que ver con la seguridad, ya que en este entorno existe una gestión integrada y se favorece el control de acceso a la información más sensible.
Pensando en el aquí y ahora, pero también a futuro
Con una planificación adecuada, identificando previamente qué necesita el staff, los objetivos organizacionales, las herramientas necesarias, alineando objetivos, con mucha coordinación y compromiso del personal y del nivel jerárquico superior de la firma, entre otras cuestiones, implementar espacios de trabajos digitales es posible.
Pero no hay que olvidarse que si bien el componente tecnológico digital es clave, éste no vale
por sí solo sin los individuos que conforman la empresa, sin procesos o sin una dirección clara.
Una vez conformado, este entorno seguramente redundará en una cultura de intercambio y colaboración que en conjunto beneficiará a toda la empresa de la mano de una mayor agilidad, eficiencia, mejor comunicación, mayor cantidad de herramientas para estar conectados, la descentralización de tareas y la flexibilidad laboral como clave.
No obstante, aún existe un interrogante respecto de hasta dónde se podrán extender las fronteras considerando que hay tareas, especialmente las productivas, en las que al día de hoy resulta muy difícil pensar en una modalidad remota-digital. Sin embargo, también hay que tener presente que estas áreas no escapan al avance tecnológico, ni a la automatización e inteligencia artificial lo cual lleva a reflexionar en cómo todo ello impactará en cuanto a los perfiles profesionales y personal que conformará a futuro la compañía.