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Mauricio Castro Figueroa

Hacernos cargo: actitud clave para el crecimiento personal y profesional

Resumen


El concepto de "hacerse cargo" implica mucho más que asumir responsabilidades de manera superficial. Esta frase, aunque común, encierra un poder transformador que nos invita a ser conscientes de nuestras acciones, asumir las consecuencias y, sobre todo, tomar el control de nuestra vida.


En este artículo, exploraremos por qué muchas veces evitamos hacernos cargo, cómo este acto influye tanto en el crecimiento personal como en el profesional, y las señales que nos indican que no estamos tomando el control en ciertas áreas.


Además, se ofrecen estrategias clave para asumir la responsabilidad en equipos y liderazgo, donde este hábito se convierte en la base del éxito.


Aprender a hacerse cargo no es una carga, es un privilegio que nos empodera para decidir nuestro propio destino.


 

Hacernos cargo: actitud clave para el crecimiento personal y profesional


La frase "hacerse cargo" no parece tener un origen etimológico específico que pueda vincularse a una sola fuente o a un evento particular. Sin embargo, podemos analizar su composición. Proviene del verbo "hacerse," que indica el tomar, actuar o apropiarse de algo, y "cargo," que deriva del latín “carricare”, vinculado a la idea de llevar una carga o asumir una obligación.


Hacerse cargo es poner sobre nuestros hombros algo: un problema, una responsabilidad o una oportunidad.

Hay ocasiones en que hacernos cargo nos resulta completamente natural. Cuando hemos recibido una promoción en el trabajo, el hacernos cargo de nuevas responsabilidades y desafíos. En el emprendimiento, muchas veces nos hacemos cargo de un problema que nadie más ha visto o bien nos encargamos de una nueva forma de resolver un problema conocido. Nos hacemos cargo de los hijos, de nuestros padres cuando ya son mayores y de tener una buena vida en pareja.


Hay elementos en común en estas últimas ideas ¿cuáles? La retribución. Una promoción, el emprendimiento o la familia significan retribuciones claras: dinero, status, autorrealización, felicidad, confianza en el futuro, etc.


¿Pero siempre nos hacemos cargo? La respuesta obvia es no. Lo que no es tan obvio es el porqué muchas veces simplemente no nos hacemos cargo. La falta de retribución o bien la percepción de que ésta pueda ser insuficiente puede hacernos rehuir el poner ciertas cargas sobre nuestros hombros. Pero aquí hay un riesgo importante: el que no seamos capaces de ver los beneficios de hacernos cargo de algo, no significa que dicha acción no sea absolutamente necesaria e incluso a veces urgente.


Hacerse cargo es clave para el crecimiento personal y profesional

Veamos un ejemplo: escuchamos acerca de “hacernos cargo” repetidamente en los medios: la tasa de natalidad es bajísima, el clima es cada vez más peligroso, somos improductivos, la salud sicológica es una urgencia sanitaria, no innovamos, percibimos inequidad, etc. ¿Desde hace cuánto hablamos de que debemos hacernos cargo de estos temas? Décadas. ¿Vemos los efectos de no hacerlo? No sé usted, pero yo los veo cada día más.


Si no hacernos cargo a nivel agregado tiene consecuencias, a nivel organizacional, de equipos e incluso individual, también, y pueden ser igual de desastrosas.


Hacerse cargo es clave en el crecimiento personal y profesional


Peter Drucker en su artículo "Gestionarse a si mismo" (HBR - 2005) dice que es más beneficioso enfocarse en nuestras fortalezas y crecer en base a ellas. Dice también que nadie puede basar su desempeño en debilidades, y eso es muy cierto. El asunto es que hay ciertas debilidades que no basta con ignorarlas. Algunas de ellas en algún momento pueden llegar a condicionar nuestro desempeño de manera significativa.


¿Cuántas veces has escuchado la frase “hazte cargo”? Aunque suene sencilla, esas dos palabras encierran una de las claves más poderosas para vivir una vida plena, exitosa y, sobre todo, consciente. Hacerse cargo implica asumir cuestiones que no siempre queremos ver, ser conscientes de las consecuencias de nuestras acciones, y también tomar las riendas de nuestra vida y nuestras decisiones.


Pero acerse cargo no es tan fácil como suena. Nos encanta culpar al gobierno, las leyes, los políticos, el cómo somos, al jefe o incluso al clima, pero ¿qué pasaría si, en lugar de eso, tomáramos responsabilidad total de lo que nos sucede? En este artículo, te invito a reflexionar sobre el poder transformador de “hacerse cargo” y cómo aplicarlo tanto en lo personal como en lo profesional.


El primer paso: la consciencia


Antes de poder hacernos cargo de algo, necesitamos ver con claridad “qué está pasando en realidad”. Parece obvio, pero muchas veces estamos tan inmersos en nuestra manera de vivir o hacer las cosas, en nuestras creencias y paradigmas sobre los que hemos construido nuestras vidas o simplemente la rutina, que no nos damos el tiempo de analizar lo que ocurre.


Asumir responsabilidad nos empodera y transforma nuestras decisiones.

El no estar haciéndonos cargo de algunas cosas puede manifestarse en algunas señales como:

  • Sentimiento constante de frustración o estancamiento.

  • Culpabilizar a otros o a las circunstancias de los resultados.

  • Procrastinación en tareas importantes o decisiones difíciles.

  • Repetición de los mismos errores sin aprender de ellos.

  • Falta de claridad en sus objetivos o prioridades.

  • Evitar conversaciones difíciles o confrontaciones necesarias.

  • Sensación de falta de control sobre las situaciones.

  • Dependencia excesiva de la dirección o aprobación de otros.

  • Reacciones defensivas al recibir retroalimentación.

  • Baja motivación o energía en tareas clave.


Ser consciente es más que darse cuenta: es detenerse a pensar, sin juzgar, qué está pasando en nuestra vida y cómo nuestras decisiones (o la falta de ellas) han influido en ello. Este nivel de autoconocimiento es esencial porque, si no sabes lo que está ocurriendo, ¿cómo vas a solucionarlo?


Por ejemplo, cuando algo no va bien en el trabajo, es fácil culpar a los demás: "Es que mi jefe no me entiende", "Mi equipo no colabora". Pero, ¿qué tal si te detienes a analizar tu propia responsabilidad en la situación? Tal vez tu comunicación no ha sido clara o tal vez no estás dando el ejemplo que esperas de los demás. Ser honesto contigo mismo es el primer paso para empezar a cambiar las cosas.


Liderar es hacerse cargo


Si estás en una posición de liderazgo, ya sabes que hacerse cargo es una de las habilidades más importantes que puedes desarrollar. Un buen líder no solo señala el camino, sino que también se responsabiliza de lo que sucede en su equipo. Y no me refiero a cargar con los errores ajenos, sino a asumir la responsabilidad de guiar y motivar.


Los líderes que se hacen cargo inspiran confianza, pues son los primeros en reconocer sus errores y corregir el rumbo. Esto no solo genera respeto, sino que también crea un ambiente donde todos se sienten seguros de asumir sus propias responsabilidades. Después de todo, si el líder se equivoca y lo asume con humildad, los demás también se sentirán más cómodos haciéndolo.


Decisiones y consecuencias: dos caras de la misma moneda


Tomar decisiones es parte fundamental de hacerse cargo. Pero aquí va el truco: hacerte cargo de tus decisiones también significa aceptar las consecuencias. Tanto las buenas como las malas.


Es fácil disfrutar de los éxitos, pero cuando algo sale mal, ¿qué haces? A menudo, nuestra primera reacción es buscar culpables o excusas. “No pude hacerlo porque no me dieron suficiente tiempo” o “Es que el cliente cambió de opinión a última hora”. Pero si realmente queremos crecer, debemos asumir que, aunque no todo depende de nosotros, nuestras decisiones siempre influyen en los resultados.


Hacerte cargo de tus decisiones también significa aceptar las consecuencias.

Una herramienta útil aquí es el modelo GROW, muy usado en coaching. Este método te ayuda a clarificar tus metas y a trazar un camino responsable hacia ellas. Pregúntate:

  • ¿Qué quiero conseguir?

  • ¿Dónde estoy ahora?

  • ¿Qué opciones tengo para llegar ahí?

  • ¿Qué estoy dispuesto a hacer para lograrlo?


Este tipo de preguntas te fuerza a hacerte cargo de tus decisiones y te impulsa a tomar acción.


El fracaso: un maestro disfrazado


Hacerse cargo también significa aceptar el fracaso. Y no, no te estoy diciendo que falles con orgullo, sino que aprendas de tus errores sin castigarte. El miedo a equivocarnos es, muchas veces, lo que nos impide tomar decisiones importantes, y esto nos deja paralizados.


Pero si cambias tu perspectiva y ves el fracaso como parte del proceso de aprendizaje, notarás que no es tan malo después de todo. De hecho, es una oportunidad para mejorar. ¿Has notado cómo las personas más exitosas suelen contar historias de sus fracasos más grandes como puntos de inflexión en su vida? La diferencia está en que, en lugar de lamentarse, se hicieron cargo de lo que salió mal, aprendieron de ello y siguieron adelante con más fuerza.


Hacerse cargo de los equipos: el poder de la responsabilidad compartida


Si trabajas en equipo, sabes que el éxito no es solo individual. Cuando todos los miembros de un equipo se hacen cargo de sus responsabilidades, los logros son mucho mayores. La confianza crece, la colaboración mejora y los resultados son más sólidos.


Aquí hay un aspecto desafiante para el liderazgo, puesto que una cosa es hacerse cargo de uno mismo y lo otro es lograr que los demás tomen consciencia y responsabilidad de sus puntos de mejora. El feedback es una herramienta poderosa que ayuda a las personas a tomar consciencia y desde la misma retroalimentación, es posible que las personas requieran de apoyo para alcanzar un siguiente nivel de desempeño.


Es importante que el líder distinga el apoyar del "subsidiar" y en este sentido debe manejar con habilidad la entrega de respuestas o soluciones predefinidas, versus estimular mediante preguntas. En el primer caso, la entrega de respuestas puede ayudar a resolver problemas específicos y hacer las cosas más rápidas, pero también disminuyen la responsabilidad, puesto que generan un sentido de dependencia del colaborador hacia su jefe. El estimular mediante preguntas en cambio, puede ser un proceso más largo, pero es el propio colaborador quien va construyendo caminos de solución, al ir tomando consciencia desde preguntas que despiertan la curiosidad y abren a nuevas posibilidades de solución.


Algunas preguntas movilizadoras en este sentido podrían ser:

  • ¿Hay alguna parte de tu trabajo en la que sientas que puedes mejorar?

  • ¿Qué habilidades te gustaría desarrollar para enfrentar mejor los desafíos en el futuro?

  • ¿Qué podrías hacer para evitar que este mismo problema ocurra de nuevo?

  • ¿Hay algo que te está impidiendo avanzar en esta área?

  • ¿Qué aprendiste de esta experiencia?


En un equipo donde cada miembro asume su rol y responsabilidad, la magia sucede. ¿Y qué hace el líder en este contexto? El líder se asegura de que todos tengan claro qué se espera de ellos y fomenta un ambiente donde hacerse cargo sea algo positivo, no una carga.


Conclusión: el poder transformador de hacerse cargo


Hacerse cargo no es una tarea fácil, pero es liberadora. Nos permite dejar de ser víctimas de las circunstancias y tomar el control de nuestra vida. Al asumir la responsabilidad de nuestras acciones y decisiones, nos empoderamos y creamos un camino más claro hacia el éxito.


Si te llevas algo de este artículo, que sea esto: hacerse cargo no es una carga, es un privilegio. Es la oportunidad de decidir quién quieres ser, cómo quieres actuar y qué legado quieres dejar en el mundo. Así que, la próxima vez que enfrentes una situación complicada, pregúntate: ¿qué puedo hacer hoy para hacerme cargo y mejorar?


Recuerda, el cambio empieza en ti. ¡Hazte cargo!

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